miércoles, 28 de enero de 2009

El verdadero mundo de la imaginación

Como cada día, después de salir del colegio, al llegar a su casa, Jacinto saludó a su madre y se fue a su cuarto a jugar a la nintendo, concretamente al juego de Pokemon. Jacinto era un niño muy imaginativo, al cual le gustaba mucho jugar a las máquinas. Vivía en una casa de lujo y, además, tenía todo lo que quería. Es por eso que, en vez de estudiar, se dedicaba a jugar con sus máquinas (¡Cosa que vosotros no debéis hace!). Por ello, suspendía la mayoría de las asignaturas. Sin embargo, aquel día todo iba a ser muy diferente.

Como ya hemos dicho antes, ese día jugó tanto a la nintendo que llegó a creer que los pokemon existían. Así que, esa noche, se fue tarde a la cama, intentando encontrar algún rastro pokemon. Jacinto no podía dormir. Se asomó y vio que todo estaba oscuro. Sin embargo, entre las oscuridad, pudo diferenciar una pequeña sombra, enseguida pensó que se trataba de un pokemon.

Cogió una pelota de tenis pintada como una pokeball y, al bajar por las escaleras del hall, se tropezó y cayó rodando ¡Pumbaaaaa! Sus padres se levantaron asustados y corrieron a ver qué había ocurrido. Al bajar, se dieron cuenta de que jacinto se había caído, así que volvieron a la cama ¡Que no! ¡Que es broma! ¡Bajaron a ayudarle y le curaron las heridas! Jacinto les contó lo que pasaba con los pokemon. Sus padres no le creían y hasta hicieron alguna broma. Más tarde todo fue tranquilidad, todos se acostaron.

Antes de ir a la cama, los padres encendieron la calefacción, pues Jacinto se había quedado helado. Entonces, el chico abrió lo ojos y vio a Charizar quemando su habitación. Rápidamente bajó a avisar a sus padres.

-¡Mama la llamarada de Charizar me está quemando los calzoncillos”.

Sus padres subieron enseguida pero no vieron nada. Jacinto se llevó la primera reprimenda. Su madre le dijo: -“¡Déjate de tonterías!”- Cerró de un portazo la puerta.


A la mañana siguiente, fue a ducharse y apareció del mismo modo que la anterior noche Squiertel, el pokemon de agua, el cual le empezó a mojar todo el baño de arriba a abajo. Bajó desnudo por las escaleras, desesperando. Gritando, le dijo a su madre: “¡Mamá, hay un pokemon en la ducha que me esta mojando!.

Los dos subieron a la ducha, y la madre le dijo: -“¡Hijo, pero si sólo es el grifo!”.

-“Mama, ¡Que no! ¡Te lo juro! ¡Que he visto un pokemon!

La madre exclamó: - “¡Tantas máquinas te han dejado el cerebro frito!”.

Ya era mediodía y, como cada tarde, Jacinto bajó a jugar al fútbol con sus amigos. Pero aquel día, en el cuarto de contadores pasaba algo. Se apagaban y encendían las luces

automáticamente. Abrió la puerta del cuarto y vio a Pikachu: - “Pika pika” – le oyó murmurar.

Jacinto avisó rápidamente a su madre, gritando por todo el vecindario: “¡Mamá! ¡Mamá! ¡Otro pokemon en el cuarto de contadores!.

Su madre bajó inmediatamente, pero no vio nada. –“Tranquilo hijo, sólo es un cortocircuito”.

El joven insistiendo fue a “tocar a su pokemon” y se pego un chispazo con el cable que estaba suelto.....


(1 mes más tarde, en el hospital)

- “¡Mamá, ya soy mayor para estar jugando y pensando en pokemon!”.

Después de un mes sin jugar a pokemon, dejó de tener visiones extrañas de estos seres. Jacinto se dio cuenta de que, lo mas sano, era obedecer a sus padres, estudiar (si hace falta), pero, sobretodo, pasarlo bien con sus amigos, con su familia y con él mismo.

Autores: Iñaki, Álvaro, Alberto, Iker, Fermín Z.

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